lunes, 8 de marzo de 2010

V

V
Suena el teléfono. Eran las 23:15. A aquella hora, ¿Quién podía ser?
– Debe de ser tu madre, hoy no te había llamado aún- dice Colin, apoyando aún más los pies en la silla— Para mí no es, eso seguro.
Se niega a levantar su precioso culo del asiento.
– Vale, vale. Ya voy yo.
Edmund se levanta, y camina estirándose hasta el auricular.
– ¿Diga?
– Hola cielo. ¿Cómo te ha ido el día?
Aquella voz, la voz de la mujer que le había traído al mundo.
– Hola, mamá. Estoy bien. ¿Tú qué tal?
Está medio dormido, únicamente desea colgar.
– Bien. Tu padre sigue tan gruñón como siempre. La jubilación no le sienta bien.
Él medio sonríe. Su padre ya era gruñón cuando trabajaba. En realidad, no había cambiado.
– Mamá…
– Está bien- dice ella— mañana hablamos.
Le lanza un beso al auricular, y dice todo aquel repertorio de cosas que suelen decir las madres. Edmund suelta un repertorio de síes en respuesta, y después cuelga.
– Tenías razón, era mi madre. Acaba de verla tú, yo me voy a dormir.
Deja a Colin en el sofá viendo una película que ya está a medias, y se mete en la cama. Étoile le observa desde la oscuridad, pero él ni lo ve, ni le importa. Está machacado.
El teléfono vuelve a sonar cuando Edmund ya está en el séptimo sueño. Si alguna parte de él lo oye, decide no despertarse. Colin tuvo que levantase aquella vez.
– ¿Sí?
– Soy Marine, ¿Puedes pasarme con Edmund?- añade un «por favor» de última hora a la frase antes de que Colin conteste.
– Está dormido.
Marine arruga los morros al otro lado de la línea.
– Ya, claro. Dormido. Lo que pasa es que no se quiere poner.
Colin finge golpearse con el auricular, fastidiado. No soporta a aquella chica.
– No, de verdad, Marine. Se ha ido a la cama- intenta ser amable.
– Está bien. Dile de mi parte que en mi vida también hay otro. Y que me reafirmo, no quiero saber nada más de él.
El joven alza las cejas, prácticamente seguro de que mañana se le «olvidará» contarle aquello a Edmund. Marine está siendo patética.
– Vale, ¿Algo más?
Esperaba que ella contestase que no, y se acabase la conversación.
– Sí, ¿Tú sabes quién es ella?
– ¿Quién?
– Vamos, no te hagas el tonto. La chica con la que Edmund me engañaba.
Colin abre los ojos, sorprendido. Edmund no le había contado esa parte.
– No lo sé.
Se está preguntando si era una mentira de Edmund, o era verdad. Él no le ha visto con ninguna otra mujer que no fuese Marine. Desgraciadamente, a su parecer.
– Sí lo sabes- grita ella, al borde de un ataque de celos. Ella no ha estado con otra persona, pero necesita hacer daño. Necesita devolver el golpe. No es consciente de que no tenía ningún sentido. Está siendo irracional.
– Marine, tranquilízate. No sé de qué me estás hablando. Si vuelves a chillar, te cuelgo. Yo no soy Edmund.
Definitivamente le cae mal, fatal. Ella respira hondo al otro lado.
– Bueno, solo dile eso a Edmund, ¿Quieres?
– Sí, lo haré. Adiós- está mintiendo, no tiene ninguna intención de hacerlo.
Cuelga el teléfono, y se tira de nuevo al sofá.
«Me das lástima, Marine», piensa mientras da al «play» y sigue viendo la película.