lunes, 8 de marzo de 2010

IV

IV
Blanche se ha ido a la cama, por fin Jacques y Danielle pueden conversar sin problemas, sin que Blanche desee a cada momento captar la atención de Jacques. Y sobre todo, el joven puede contarle a su mejor amiga qué estaban «celebrando» exactamente.
– ¿Y bien?- pregunta Danielle observando cómo Jacques mira fijamente a la televisión apagada.
– Eloise se ha ido.
Danielle se echa hacia delante, observando cada uno de los rasgos del joven. Aquello no es una buena noticia, no es algo que celebrar.
– ¿Qué ha pasado?
– ¿Recuerdas que te dije que había recibido una propuesta de trabajo para ir a Londres?
Asiente. Aquella propuesta de la que Jacques no debería saber nada, aquella de la que Eloise nunca le había hablado.
– Pues la ha aceptado. Se ha marchado.
– ¿Así, sin más?
Jacques agita la cabeza en negación, rebuscando en su bolsillo. Al fin lo encuentra.
– No, me ha dejado esto.
Saca una nota, medio folio muy manoseado, leído una y otra vez por un muchacho desorientado, enamorado. Sorprendido de la peor manera, con el corazón roto.
Ella coge el papel, insegura. No sabe si él quiere que lo lea o no. Pero le da permiso con una mirada.
«Jay, yo… Vaya, no sé cómo decir esto, pero… ¡Me voy a Londres! Tal vez todo esto sea muy repentino, ¿Te lo esperabas? Imagino que no. Lo he pasado muy bien contigo, eres un encanto. Espero que todo te vaya bien, un beso. Eloise»
Danielle lo lee, y no da crédito.
– ¿Cómo puede ser?
Eloise, la mujer que le gritaba cuando llegaba tarde a casa, la mujer que ha sentido celos de Danielle por un simple abrazo, la que le ha controlado la vida… Y se va así, lo he pasado muy bien, adiós. El mundo está loco.
Jacques se muerde los labios por dentro. Está dolido, desconcertado, perdido. Sabía que existía aquella propuesta de trabajo, lo había descubierto bastante tiempo atrás. Pero en ningún momento había pensado que ella iba a abandonarle, que ella se marcharía así de su vida. Sin ni siquiera preguntarle si quería acompañarla.
– Anda, ven aquí.
Danielle le atrae hasta sus brazos, y le abraza cuidadosamente. Escucha como él respira profundamente, sabe que intenta por todos los medios no llorar. Igual que cuando eran niños.
– I will never let you fall, I’ll stand up with you forever…- canta ella.
Su canción, la canción que cantan siempre que algo estaba mal.
– I’ll be there for you through it all, even if saving you sends me to heaven- sigue él, con voz ronca. Riendo, llorando. Todo a la vez.
– Un momento- dice ella, abrazada aún a él— ¡Esto no es una celebración!
La voz de Jacques sale tenue, profusa.
– No. No es una celebración.
Y siguen cantando. Supongo que cada uno supera los problemas de una forma. ¿Por qué no soltando un par de gallos al aire?
Blanche les escucha desde su habitación, y sonríe. No será difícil coger el sueño aquella noche.