miércoles, 9 de marzo de 2011

Capítulo 5: ¿Dónde estás?

Jacques despierta, y murmura:
– ¿Danielle?
Nadie contesta.
Se levanta, restregándose los ojos, acartonados por las lágrimas, y enciende la luz.
– ¿Danielle?
Silencio. Jacques está seguro ya, no hay nadie en casa.
Mira el teléfono móvil, encima de la mesilla de noche. Está apagado, seguramente Eloise le ha llamado alguna vez más.
No está Danielle para detenerle, da la vuelta a la cama, lo enciende. Mira la pantalla mientras el teléfono vuelve a recuperarse y toma cobertura. Vibra. Un mensaje, dos, tres, cuatro, ¡Cinco! Jacques empieza por el primero.
“Jacques, ¿A dónde has ido? No me has dicho que salías, ¿Has ido a buscar la comida? Contesta.”
El segundo: Siete llamadas perdidas de Eloise.
El tercero: “Ah, no contestas, y encima tienes el móvil apagado… Muy bonito ¿eh? ¿Te parece normal? Te estoy esperando.”
El cuarto: cuatro llamadas perdidas de Eloise.
El quinto: Eres un estúpido, Jacques. ¿Te acuestas conmigo, y luego te piras? ¿Cómo te atreves aprovecharte así de mí?
La cara de él va empeorando con cada mensaje, y en el último ya alcanza la de máximo gilipollas. Sí, pero gilipollas por no haberla parado los pies. Por haber sido débil, por haber pensado que tal vez ella cambiaría de idea después. Pero no, nada más acabar ella dijo:
“Bueno, voy a darme una duchita. Salgo mañana a las seis”
Y todo con una sonrisa. ¿De verdad ella no se daba cuenta de que hacía daño? ¿O le daba igual?
Jacques va a la cocina, coge el rotulador de la pizarra Villeda que hay colgada en la nevera.
“Danielle, vuelvo a casa. Luego, si consigo sobrevivir a la tormenta, te llamo”
Pero no será necesario aquel mensaje, justo cuando acaba de escribirlo escucha el giro de la llave en el interior de la cerradura.
– ¿Jacques?
El joven borra con la palma de la mano las palabras que acaba de escribir y se dirige a la entrada.
– Estoy aquí- contesta, y mira con abatimiento a Danielle.
Ella ya imagina que ha llegado tarde.
– Lo has encendido, ¿Verdad?
Él asiente.
– ¿Qué te ha dicho?
– No importa- dice él. Sólo con pensar en repetir aquellas palabras se le revuelve el estómago— Voy a hacer lo que debí hacer hace tiempo.
Danielle cubre la puerta, frunciendo el ceño.
– Que es exactamente…
– Entender las cosas. Eloise me va a explicar de una vez…
– Eloise no te va a explicar nada, Jacques- Danielle siente ser tan dura, pero es la verdad pura y dura— Ella te gritará por haberte marchado, y minutos después se le habrá pasado. Eso es todo.
– Ésta vez me lo explicará.
Danielle se encoge de hombros, pero Jacques la mira, suplicante.
– Necesito oírtelo decir, por favor.
– Eloise te va a explicar lo que tú le pidas que te explique- dice Danielle a regañadientes. Si no sucede así, al menos no habrá sido pájaro de mal agüero.
– Gracias.
Casi llega a sonreír, pero se detiene antes.
– Voy a hacerlo antes de que cambie de opinión.
Abre la puerta, y la atraviesa a la carrera.
– Buena suerte- grita Danielle, y él levanta el dedo gordo en respuesta, sin parar ni mirar atrás.
Cuando él desaparece de su vista, suspira. No cree que todo vaya a salir tan bien como ha fingido.