miércoles, 9 de marzo de 2011

V

El móvil vibra dos veces sobre la mesilla, y Danielle pega un salto en la cama.
Es un mensaje de Jacques.
« Eloise se ha ido, otra vez»
Danielle deja el libro de poesías que estaba leyendo, y se apoya en la almohada.
«La relación entre Jacques y Eloise es tortuosa», piensa.
Después suspira. Hace ya casi dos años que no tiene ninguna relación, el último chico con el que estuvo la convenció de olvidarse de los hombres durante una larga temporada. Pero ahora… Echa de menos el amor.
– Tonterías…- dice, y se levanta.
Va al comedor, coge el teléfono.
– ¿Diga?
– ¿Está Blanche por ahí?- responde Danielle.
La echa más en falta de lo que esperaba.
– Ah, Danielle. Un segundito…-tapa el auricular del teléfono para gritar— ¡Blanche! Es tu hermana…
La muchachita deja a un lado la muñeca con la que está jugando, y se dirige al teléfono con reticencia.
– ¡Hola Dani!
Sonríe ampliamente al oír la voz de su hermana pequeña.
– Hola chiquitina. ¿Qué tal lo estás pasando?
– Muy, muy, muy, muy, muy, muy, muy, muy, muy bien.
– ¿Qué estás haciendo ahora?
Blanche se rasca la ceja antes de contestar.
– ¿Hablar contigo?
– No…
– Estaba jugando a las mamás…- interrumpe Blanche. Había entendido la pregunta de Danielle a la primera.
– Los peces te echan de menos.
– ¡Oh!- Blanche sonríe— ¿Están todos bien? ¡Dime que están todos bien!
– Claro.
Blanche suspira aliviada. Danielle frunce el ceño, y piensa.
« ¿Qué manía les ha dado a todos con que no soy capaz de cuidar bien a los peces!»
– Bueno, ¡Me voy a seguir jugando!
– ¡Espera!
Vano intento de no quedarse atrapada de nuevo en el silencio de su casa, pero Blanche le tira un beso y cuelga. Y Danielle vuelve a suspirar.
«Si me quedo aquí sola moriré de depresión», piensa, y marca otro número.
– ¿Mhí?
– ¿Jacques?
– Oh, Dmnhielle eres nhftú.
– Oye, ¿Estás bien?
Por su voz parece que se ha convertido en una masa de lágrimas y mocos.
Se suena la nariz antes de contestar.
– He tenido días mejores.
Su voz sigue sonando ronca y ahogada.
– ¿Te vienes a mi casa?- duda ella. Tal vez a Jacques sólo le apetece hundirse en un hoyo de sábanas y dormir hasta que pase un día o dos.
– Sí, por favor.
Ella respira hondo.
– Bien. ¿Te traes una peli del videoclub y la vemos?
– Sí.
– Nada de películas depresivas, y/o románticas.
– Hecho- dice Jacques, volviéndose a sonar. No cree poder sobrevivir a una película de esa índole.
– Hazme una llamada perdida cuando estés llegando, y pongo las palomitas en el microondas.
Cuelgan. Y ambos respiran aliviados. La soledad que les estaba invadiendo antes de aquella llamada, ahora se repliega. Temporalmente vencida.